Diario de #malamadre: en casa del herrero, cuchillo de palo…
Un día te invitan a un evento, no cualquier evento, al I Encuentro de Madres Blogueras, el #8J para que nos entendamos. Te invita una bloguera amiga de las buenas y tú no puedes decir que NO, a nada puedes decir que NO y así te va. Dedicas horas del poco sueño que te queda para preparar una conferencia sobre Diseño y Usabilidad en blogs. Porque tú te dedicas a eso, además de a tropecientas cosas más, que no vienen a cuento…
De repente lo visualizas y te da vértigo lo que significa ser ponente (¡cómo suena esta palabra!). Te escudas en LA PANTALLA. Pero realmente el problema es que te das cuenta que lo que vas a contar está muy alejado de tu blog, tu casa sin nombre, esta a la que tanto cariño has cogido, esta que te acogió con los brazos abiertos, con su plantilla fija y que tú para darle un aire biutiful customizaste una noche y te lanzaste a la piscina 2.0 a contar historietas varias.
Y llegó el día y te pusiste a dar consejos, haciendo que esas madres blogueras sintieran deseos irrefrenables de renovar sus blogs, de cuestionar si sus fondos, si su tipografía, si sus colores eran los adecuados. Ahí sentando cátedra, con chascarrillos variados para quitarle dramatismo al asunto. Y te aplaudieron y todo. Y ahí fue cuando dijiste. HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO. ¿Qué era eso de predicar con el ejemplo? Manos a la obra, bonica, que vives tu aquí muy bien. Y dediqué las vacaciones a diseñar el nuevo blog. Que no será el segundo ni el último… Pero sí será nuestra nueva casa sin nombre. Esa donde os seguiré contando las aventuras de la niña sin nombre y su #malamadre en Truman. Esa donde podréis encontrar mis #biutifulzins, por fin ordenadas y elegir vuestra favorita. Y ese nuevo hogar donde…
TACHÁN TACHÁN… tendra cabida EL CLUB. ¿Qué CLUB? Sólo hay uno posible. El de las #malasmadres. Sí, lo confieso, soy bipolar, pero inofensiva. Mi lado #biutifulzin convive, como sabéis, con mi lado #malamadre.
Malamadre es muy suya y hartita estaba de tener que lidiar con tanto #suspirodeamor y tanta chorrada. Así que se ha hecho su propio twitter: @malasmadres Ya somos unas cuantas. Y no sé en qué momento me pilló, en uno bajo está claro, en uno de esos del mal dormir que prometí que si llegábamos a 2.000 habría fiesta de inauguración. Luego siempre puedo decir que a los 5.000 ¿no? (tonito penosa).
El caso es que en el nuevo blog habrá un lugar para este club de malasmadres y muchas sorpresas más, que os iré desvelando. Espero, sobre todo, que sigáis acompañándome porque si no, ¿para qué tanta historia, tanto esfuerzo, tantas horas de sueño perdidas y este dolor de espalda infernal que me acompaña desde hace semanas? Con la emoción en el cuerpo por estrenar el blog, los nervios de que os guste, la lagrimica de la despedida de este y el vértigo de teclear mi dominio propio, os dejo por hoy con el TIPdelDIA de mi otra personalidad:
Cada noche a las 22 horas en @malasmadres publico el TIPdelDIA, con méritos, consejos, ideas, deseos… de las #malasmadres que me acompañan en el club. Anímate y sé la protagonista de mañana.
Puedes verlos todos AQUÍ.
¿CUÁNDO ESTARÉ EN MI NUEVO BIUTIFULBLOG? DADME UNA SEMANA Y OS AVISO AQUÍ.
Y GRACIAS a mi partner Sin Preparación Alguna por hacer realidad mi BIUTIFULBLOG. Es una crack y encima con la sonrisa siempre puesta. Ya le he dicho que elija día, hora y sitio, que esto se merece no uno ni dos, sino 3 GTs y una cena.
La niña sin nombre.
Diario de #malamadre: te quielo mamá…
La NSN y su media lengua me tenían enamorada y desquiciada a partes iguales. Igual que es capaz de tirarse toda la tarde del sábado con una gorra de vaca puesta en la cabeza o un gorro de lana, sudando la gota gorda porque a cabezota no le gana nadie (bueno sí, su padre), también es capaz de repetir una palabra, tantas veces que se te erizan los pelos de las piernas (esos que no tienes tiempo de quitarte) y quieres morir de locura transitoria. Hasta hace poco no la hubiera entendido ni la Supernanny y la insistencia infinita, para que le hicieras caso a lo que decía, era de querer huir. Menos mal que lo suplía con una media lengua, un ceceo que me tenía rendida a sus pies.
Cuando una se convierte en madre por primera vez piensa que va a desarrollar habilidades que le harán superar muchos momentos: cocinar como las madres (como tu madre), coser un botón o un bajo (como tu madre), solucionar crisis y ataques de niña-croqueta en un pis pas (esto no lo recuerdas, pero seguro que tu madre lo hacía la mar de bien), tener la razón en todo (como tu madre), adivinar el futuro inmediato (tipo «te vas a caer», como tu santa madre) y entender el lenguaje de los bebés (como tu madre te entendía a ti y hasta entiende a tu hija mejor que tú).
¿Yo? Soy un fracaso de madre, cada día lo tengo más claro porque soy incapaz de todo eso y más. Cuando la NSN hablaba, me miraba fijamente y ponía cara de: «mamá, ¿tú te enteras de algo?». Su frustración, normalmente terminaba con un episodio de niña-croqueta. Pero ella, que es más lista que yo, ha decidido de repente dejar de hablar en swahili y comenzar a repetir todo con una dicción de matrícula, pero dándome el gustazo de mantener ese ceceo.
Es un auténtico papagayo. Eso desquicia un poco porque es cansina a más no poder. Pongámonos en situación. Viernes por la tarde, trayecto en coche:
– «El lunes me pongo a tope con eso…». – Le digo al PNSN sobre un tema de trabajo.
Seguidamente: – a to pe, a to pe, a to pe… Y así los 10 min siguientes se pasa la NSN…
– «Eres tonto hijo…». Una también tiene sus defectillos y lo de llamar tonto al PNSN, con amor, ya es algo innato en mí. Y una vocecilla comenzó «ton-to- ton-to- ton-to…» con el «incomprensible» cabreo del padre sin nombre.
Sí, tengo que corregirlo y tener cuidado con lo que digo. Ha llegado ese momento. Todo llega en Truman, menos el dormir.
Así que dejé de decir improperios y opté por dar amor a mi familia. Abracé a la NSN y le dije «te quiero». La debilidad de una semana dura, la sensibilidad del sueño acumulado sacaron lo mejor de mí. Y ella seguidamente me abrazo y me dijo:
TE QUIELO mami…
* «Mamá, quita, no te aproveches, que yo sólo me dedicaba a repetir tus frases, no sé lo que decía…».
La niña sin nombre y sin corazón.
Diario de malamadre: compartir es vivir
Compartir:
(Del lat. compartīri).
1. tr. Repartir, dividir, distribuir algo en partes.
2. tr. Participar en algo.
Creo que la RAE debería incluir una tercera definición, sólo para madres. El concepto de «compartir» adquiere toda su fuerza, una dimensión totalmente nueva y desconocida cuando tienes un hijo (dos y tres ya no me lo quiero ni imaginar).
Cuando llego a casa y comienza mi jornada de madre de apenas unas horas, antes de que la NSN se retire a soñar o a cantar, somos hermanas siamesas. No es que me persiga, no, es que tiene que ir acomodada en mi cadera como un pequeño koala. Ella, que a pesada no le gana nadie, para que no se me ocurra soltarla, pega sus garras a mi camiseta y aunque yo la suelte, ahí sigue colgada…
Una ya se ha acostumbrado a los casi 14 kilazos de hermosura. El problema ya no es ese. Ni yo ni mi chepa sentimos dolor, estamos anestesiadas, el problema es compartirlo TODO, todito, todo.
Lo comparto todo y no porque yo sea así de generosa, sino porque «no hay más tu tía». La NSN tiene fobia al suelo si estoy en casa, así que una tarde mormal en truman life es:
– Preparar las #biutifulzin que vuelan al día siguiente, mientras que ella acaba con todo el washi existente.
– Contestar los e-mails retrasados, mientras ella intenta aporrear el teclado sentada en mis maltrechas rodillas.
– Poner la lavadora (esta tarea no la dejo a Miss, me niego), mientras ella le va dando a todos los botones… Así luego pasa lo que pasa.
– Ir al servicio, soy de las que en la ofi no me concentro, que queréis que os diga… Y en casa pues tampoco, con una niña con sus ojos clavados en tu culo, diciendo: «mamá, caca…».
– Preparar la cena (esto normalmente lo hace el PNSN, para que voy a marcarme el tanto).
Todo esto con la NSN colgada hasta que llega el momento baño. Y sí, pese a que los inicios fueron duros, últimamente comparto mucho el baño con ella, por optimizar tiempos. Y así, diciéndolo bajito, es el mejor momento del día… Ese en el que se olvida todo.
Hay cosas que me gusta compartir como compartir sus cenas, cuando no quiere más y el PNSN no mira, me lo zampo yo todo y ella, como está rolliza, no levanta sospechas. Compartir sus abrazos y sus besos. Compartir las horas de sueño, esto, aunque me quejo y el PNSN me llame #malamadre, en el fondo me encanta. Pero luego despierto y levantarme con sus piernas clavadas es un horror. Pero, sobre todo, me gusta compartir su risa y su compañía. Sentir que ya no voy sola a ningún sitio.
¿Y vosotras qué compartís?
* Te quejas de vicio mamá, te sirvo de contrapeso. Además no mientas, que tú ya ni planchas…
P.D. Post dedicado a mamá biznaga ;). Compartir es vivir hasta que eres madre…
La niña sin nombre.
Diario de malamadre: sin ti no soy nada…
Sin ti no soy nada / una gota de lluvia mojando mi cara / mi mundo es pequeño y mi corazón pedacitos de hielo / solía pensar que el amor no es real…
Vale, la canción es mala y no tiene ningún sentido… Pero me quedo con lo de:
SIN TI NO SOY NADA…
– Le haces peinados imposibles, que le hacen parecer una niña-payaso.
– Le abrigas hasta el cuello cuando aún hace calor. O la llevas de paseo con abrigo y sandalias.
– La coges en brazos cada vez que dice «ay».
– Le das mango en trozos inmasticables, si ella lo pide. Y ella pedir pide mucho.
– La has aficionado a la poda de flores, preparándola para un futuro laboral.
– Cambias las cosas de sitio, un día si y otro también, jugando al despiste o a volverme loca.
– Me repites las cosas tantas veces que se me desconecta el cerebro. Una y otra vez, en un bucle infinito sin sentido. Porque sí, ya me he enterado que se lo ha comido todo… y te estoy preguntando otra cosa.
….
La semana pasada fue un auténtico caos en Truman, los virus atacaron por primera vez a Miss Nicaragüense, primero con una gastroenteritis y luego, sin compasión por esta familia abandonada, con un resfriado.
Con el miedo en el cuerpo de que no volviese, de que los virus no la dejasen tranquila o que encontrase un lugar mejor, miraba cada noche mi estampita de El Cautivo pidiendo porque no me faltes, porque si me faltas, esto es el fin o no… pero ¡cuánta pereza me daría tener que buscarte una sustituta! Porque aunque no lo creáis Miss Nicaragüense lleva ya en Truman Residence casi un año, haciendo del día a día toda una aventura.
Diario de malamadre: LA FOTO
Los optimistas ven la vida de color de rosa. Los perros la ven en blanco y negro. Los bebés desenfocada. Los pesimistas negra como el tizón. Y las #malasmadres como yo la vemos con filtros… Unos muy claritos, como en decapé, otros muy intensos como si estuviésemos todo el día recién bronceadas, que te dan un buen color que no tenías ni en pleno agosto; otros como si la vida fuera una película de cine mudo de los años 20, que te imaginas hablando sin sonido y bailando claqué; otros te quitan hasta las pecas y con otros no te reconoces ni tú misma, pero te deja monísima…
Desde que en verano prometiera que dejaba durante 3 semanas las redes sociales, en busca de una desintoxicación necesaria para mi salud mental, me agarré como a un clavo ardiendo a la red social que tenía abandonada, la veía como la única red social tranquila, pausada y nada adictiva. ¡Ja! Qué ilusa soy. Instagram es un vicio. De los malos. Una herramienta venida del mal. Vas por la calle, estás comiendo, te llega una #biutifulzin, el PNSN se toca un pie, estrenas camiseta y no puedes evitar pensar en el filtro Walden/ Sierra/ Valencia… que quedaría divino.
Pero no nos engañemos, que la mayoría de las fotos no salen a la primera. Que el carrete del movil parece un stop motion con todos los fotogramas tirados para conseguir LA FOTO. La foto que merece un puesto de honor en tu perfil. Esa en la que pareces divina, tu marido Matt Damon, tu casa del Hola y tu hija modelo del VOGUE niños. Porque para ver cosas feas ya está la rutina diaria y el telediario.
Admiro la gente que sigue un mismo patrón… Y todas las fotos las retoca igual, con sus márgenes blancos, con las mismas perspectivas y la misma distancia focal. Vistas todas juntas en su perfil son maravillosas, como salidas de un mundo más irreal aún, que te entran ganas de pedirle asilo y vivir congelada en sus fotos. Pero, seamos sinceros, a mí eso, además de no ser capaz de hacerlo, me aburre.
Así qué mi Instagram es un batiburrillo de mi vida diaria, cada una de su padre y de su madre. De vez en cuando limpio y dejo sólo las bonitas. Pero, sin duda, las que tienen más éxito son en las que aparece la NSN, aunque sólo enseñe un pie. «Si me retiras NSN no me importa que SIEMPRE me dejes relegada a un triste segundo plano. Soy tu madre y te quiero, por eso lo acepto y porque el día de mañana me hagas tu representante».
Pero la NSN ya es una niña «mayor» de casi 22 meses y no os creáis que pone tan fácil inmortalizarla. No, no. Cuando ve el móvil y escucha la palabra FOTO puede ocurrir:
> Que, después de convencerla media hora, esté a punto de matarse porque a su malamadre se le ha metido entre ceja y ceja una foto en el filo del sofá con unas zapatillas que pesan más que ella.
> Que no quiera ni para atrás una foto y entonces pase esto… Miles de fotos hasta conseguir una en la que esté bella como una camella.
> Que la persiga con la cámara y entonces nos caigamos al suelo las dos. Esto no es del todo malo porque al final cree que es un juego y se divierte. Ella no se hace nada y yo me hago un moratón.
> O que aquí una servidora opte por el chantaje barato, no emocional, que de ese pasa. Esta es mi última táctica. El otro día le prometí chocolate. Fue terminar e irse corriendo a señalar la nevera. Lo malo fue que no cerramos el pacto en qué cantidad de chocolate valía su posado, y después de la mísera pastillita de chocolate que le di, se tiró 20 minutos pidiendo más a grito «pelao».
Así qué he optado por LA FOTO improvisada. Sin decirle nada, saco el móvil rauda y veloz y que sea lo que Dios quiera…
Y para terminar, tres puntualizaciones:
> No sois nadie en instagram, si no controláis las apps. Las chicas de Bebestilo nos dicen las imprescindibles AQUÍ.
> Si quieren morir de amor y creerse la más guapa del Reino (en este caso de Truman) llamen o busquen a la mejor, Lucia M Photography, una maga de la luz y de las fotos más preciosas del mundo, que sin darte cuenta, consigue captar momentos llenos de vida para siempre. Y si no, por si alguien aún no la ha visto, mirad la que nos hizo este verano AQUÍ, deseando estoy de ver las demás.
> Lo más de Instagram es encontrarte con aquellas que sigues y querer achucharlas a ellas y a sus peques porque ya son como parte de tu día a día. Me pasó el otro día con @unpocodecanela y @marapazos, dos mamis reguapas.
* «Tú si que sabes sacar lo mejor de mí, chato. Para ti poso todo el tiempo que quieras. Mi perfil bueno es este. Mi madre es que es muy cansina, chico» (la NSN y uno de sus novietes trumanianos).
P.D. Me gusta pensar que los perros ven en blanco y negro… Es más romántico.
La niña sin nombre.
Diario de malamadre: tardé en olvidarte…
lo que duran dos peces de hielo
en un güisqui on the rocks,
…
En menos de una semana, la familia sin nombre ya está totalmente adaptada a su horario trumaniano. Somos rápidos, ni atisbo de lo que era la vida sureña. A disciplinados no nos gana nadie, pero en Truman la vida es así, el toque de queda es estricto y poco podemos hacer.
Miss Nicaragüense ha cogido las riendas de nuestras vidas, gracias a Dios, y la NSN se ha convertido de nuevo en un ser rutinario, alienado, que duerme siestas de tres horas y no se salta ni una comida. Gloria bendita. ¿Las noches? Esto ya es otra cosa… siguen el mismo patrón de conducta para que malamadre se vuelva loca. Un día duerme bien, otro no, un día no se le escucha en once horas, otro día es una fiesta… Por ahora lo sobrellevo, dame un par de semanas más así y el PNSN me irá buscando hueco en San Juan de Dios de tierrasanta.
Debería estar feliz, pero no negaré que yo esperaba un poquito de dolor por parte de la NSN.
Tampoco quería yo que la NSN se tirara días llorando por la separación de su madre, pero después de tres semanas de intensidad alta media al menos una lagrimita, un «Noooo, mamá. No me dejes con Miss Nicaragüense. Con ella la vida no es igual…».
Vale. Eso me hubiese hundido, bueno no tanto, pero si preocupado y hubiese cuestionado la vida que le da la floristera-fotógrafa, ahora estilista (esto lo tengo que contar en un post, que no se me olvide), pero al menos un recibimiento, uno sólo, por la tarde cuando una llega abatida a Truman. Imagino a la NSN corriendo entre la hierba mojada de las zonas comunes, con una flor cortada en la mano, para tirarse sobre mis brazos y fundirse en un eterno abrazo. Al menos un «hola mamá, te he echado de menos. Sin ti los días no tienen sentido».
«Pero NSN, ¿ya no echas de menos tierrasanta, los paseos del shérif, los cariñitos de la abuela, los juegos de la avita, estar junto a tu #malamadre viendo la vida pasar…?». La adaptación de esta niña me da pavor… Abandonarla a los 4 meses ha producido en ella una frialdad pasmosa. La veo independizada en diciembre, cuando cumpla los dos años y se de cuenta de que tiene que seguir su camino.
Así que, pese a que me hubiese gustado dramatizar un pelin, llevarme las manos a la cabeza y gritar desesperada en el balcón de Truman: «¿Por qué yo? ¿Por qué yo he merecido tal vida?», estoy feliz de este orden, de esta vida de tres, sin sobresaltos ni visitas inesperadas. Con comidas programadas y risas contadas, con telefonillos que no suenan y silencios que dan escalofríos, con una cocinita de cartón que huele a lata de atún y pizza del Mercadona. Pero somos felices, aunque no sé por cuánto tiempo.
* «Mamá, ¿qué dices que vas a contar en el próximo post? A mí me gusta los modelitos que me hace Miss Nicaragüense, soy la más fashion de Truman…
Diario de malamadre: cosas que te das cuenta en vacaciones…
No sólo hay cosas que echas de menos de las vacaciones, sino cosas de las que te das cuenta una vez que han pasado, con la distancia del mar:
– Si eres malamadre, en vacaciones te lo pasarás genial, disfrutarás, todo lo que tú quieras… Pero no descansarás ni por asomo, a menos que te vayas sin hijos.
– Si eres malamadre, en vacaciones, dormirás menos. Se apoderará de ti más que nunca malamadre y no tendrás fuerzas para tácticas nocturnas… Te dejarás caer junto a tu hija noche tras noche sin mirar atrás, empeorando considerablemente la calidad de tu escaso sueño.
– Si eres malamadre, en vacaciones no se te quitarán las ojeras… Yo que soñaba con un rostro descansado y una piel con efecto perla. Ha sido aún peor. El antiojeras me ha acompañado hasta la playa. Cuando me mojaba, mi cara era un poema…
– Te darás cuenta de que eres una abuela prematura. Mi lugar preferido era el bar de abajo de casa. Sus GTs aliñados con pétalos, gominolas (sí, hasta gominolas había allí dentro), frutos del bosque, hojas, me cautivaron y hacían de cada noche una experiencia religiosa. Cualquier plan alejado de tu «zona de confort» (siempre he querido escribir esto) parecerá un deporte de riesgo innecesario.
– Disfrutarás de la maternidad compartida en los días de sol y playa. Eso sí que es un gustazo… Levantarte y soltar a la niña al shérif and co. para disfrutar del silencio o de ese que dicen es tu marido.
– Además de abuela prematura, compruebas que eres una madre oxidada, cuando decides enfundarte las mallas y lanzarte a la calle a correr o a dar saltitos con un estilazo que tira para atrás y con miedo de que se salten las costuras del atuendo de hace tres años.
– Si eres malamadre, en vacaciones leerás poco, nada o el Hola en un vistazo rápido mientras sujetas a la NSN con el pie izquierdo para que no te rompa el pintalabios rosa. Los tres libros que llevabas en la maleta, ilusa tú, vuelven con un poco de arena y olor a mar, pero con el marcapáginas en el mismo sitio. ¡Qué pena me doy!
– Si eres malamadre, en vacaciones tu hija engordará y se dará a la buena vida, pero los abuelos jurarán que ellos no le han dado ni un gusanito a su «pobre nieta». Tú, por empatía, también vendrás con unas lorzas de más.
Además te darás cuenta de que nunca debiste ponerle nombre a la NSN, ni siquiera para dar el pego en Truman, porque ella ha decidido llamarse «a nena» y a ver quién es el guapo que le dice lo contrario. Pensándolo bien, «LA NENA» le abrirá las puertas de un futuro folclórico que podrá sacarnos de Truman y darnos una vida mejor…
* LA NENA tras una actuación en petit comité…
La niña sin nombre.
Diario de malamadre: cosas que echaré de menos cuando no te tenga…
Desde la clandestinidad escribo, despacio por el hábito perdido, emocionada por el reencuentro esperado, feliz por todo lo vivido y triste por lo que no pudo ser.
No soy yo de cumplir las promesas. ¿A quién quería engañar? Si siempre he sido un poco mentirosilla y tramposa en el parchís. Eso sí, cuando le prometí al PNSN que no escribiría en las tres semanas, cruce los dedos del pie. Las cosas como deben ser.
Y es que tres semanas dan para mucho. En tres semanas te da tiempo a llenarle el cubo de agua a la NSN en la orilla del mar cientos de veces, bajo sus órdenes de «agua». Tres semanas es tiempo suficiente para que la NSN amplíe su vocabulario, añadiendo palabras completas y hasta frases construidas llenas de amor como «¿quieres agua?» o «a la calle mamá». 21 días es el número ideal para que la NSN se convierta en una pequeña tirana, que ha decidido comer todo lo que le da la gana y más, dormir pegada a mí, bajo amenaza de gritos y llantos, chantajear a los abuelos con cara de perro pachón y obligarte a poner el pie en la calle a las 4 de la tarde con el solano y el cuerpo débil de la sobremesa. Tres semanas es el tiempo necesario para que tu mente huya de tu cuerpo y te des a la comida, a la bebida y a la pereza hasta el punto de que te das hasta cuenta de que si sigues con este ritmo acabarías postrada en una cama, siguiendo el zumbido de un mosquito, interrumpido sólo los miércoles para ir a comprar el Hola y los viernes para ver el Sálvame Deluxe.
Tres semanas es el tiempo mínimo para que mi mente haya vuelto a mi cuerpo, pidiéndole marcha y activación. Pero tres semanas es el tiempo para que te lleves la maleta llena de recuerdos, de cosas que se que echaré de menos cuando no te tenga… Cuando te diga adiós.
Su risa.
No la que nos regala cada día, sino la que comparte con los abuelos al despertarse, con las titas cuando las persigue, con los primos cuando la achuchan… Esa risa nueva, contagiosa que te da energía para superar las noches perrunas que te da.
Su olor.
El olor de su hogar, el olor de sus besos, el olor de su cuello en un abrazo. Ese olor que se te queda clavado en la mente y que sólo recuerdas cuando vuelves a olerlo y que desaparece, oprimiéndote el pecho, cuando los dejas atrás.
La luz.
La luz que entra por cada rincón. La luz del sol, de la calle, de los amigos que vuelves a ver… La luz de tus ojos que se iluminan de felicidad y la luz que se apaga cuando los cierras la noche antes del adiós.
Mi sombrero.
Mi sombrero, mis chanclas, mi pareo, mi bikini… Ese atuendo de gitana que me ha acompañado cada día, dejando relegados a la más absoluta de las desdichas los «modelasos», que un día atrás llenaron mi maleta.
La familia.
Y esas comidas eternas. Da igual que no los veas o que no hables con ellos, están ahí y los sientes más cerca que nunca, con la ilusión de exprimir cada segundo, cada brindis, cada abrazo…
Despertar juntas.
Malamadre se ha apoderado de mí con una fuerza imbatible. He caído en sus redes, he colechado en busca del descanso y el relax merecido y he disfrutado de cada despertar a su lado, de los besos mañaneros y su risa, de sus bailes saltando encima mía y hasta de sus despertares nocturnos buscando mi abrazo.
Las maletas están llenas de todo esto y más. El ruido del mar y cada instante vivido me acompañan hasta la próxima vez. Ahí te quedas vacaciones, que Truman, Miss Nicaragüense, mis #biutifulzins, las historias para no dormir, los nuevos proyectos, la rutina y todo lo bueno que está por llegar, nos espera… Porque ellos también nos han echado de menos.
¡Allá vamos! Yeahhhhhh.
P.D. No dejéis de ver el resto de cosas que echaré de menos cuando no te tenga en mi instagram @laninasinombre, esa red social a la que me he enganchado este verano y es que una drogadicta 2.0 como yo algo tenía que hacer…
La niña sin nombre, volviendo…
Diario de malamadre: el inicio del declive…
Yo me las prometía felices. El viernes con un mal cuerpo de querer morirme, me dirigía a #tierrasanta con el PNSN y la NSN, sintiendo en mis carnes flácidas el relax de dos días de cuidados intensivos y recuperación exprés, que me devolviesen la energía y fuerzas, que mis llagas estaban absorbiendo a la velocidad de la luz. No hay dolor por hacer la maleta medio mareada del chute que lleva tu cuerpo si al final ves la recompensa: los abuelos como la salvación.
Bajar del tren en tierrasanta es felicidad al instante, el olor a mar te penetra por los poros de la piel y el mal se detiene; no desaparece, pero se queda paralizado a lo lejos, esperando impaciente tu vuelta.
Mi madre es vidente, pitonisa, vamos lo que se viene llamando que tiene boca de cabra. Todo el santo mes de julio se lo ha tirado la mujer diciendo que «qué mes de playa tan estupendo… Verás cuando bajes como cambia la cosa…». Y efectivamente. Este fin de semana ha sido el primero de viento de Poniente. Una suerte para los que navegan, surfean o sienten la velocidad del viento en su cara o quieren acabar «tarumbas». Pero una broma de mal gusto para mí y la NSN. La NSN se iba altiva de Truman contando a sus amigos que se iba de playeo, con su bikini a rayas y su maleta de piel… y vuelve más blanca que antes, pobrecita.
Yo imaginaba mis tardes de convalecencia en el sofá mirando al mar, reconciliándome con alguna lectura intensa (el Cuore o el Hola) y con la babilla caída de esos sueños no profundos que te devuelven a la vida. Pero no. Todo se ha tornado oscuro, intenso y agotador.
Si al chute de pastillas que lleva tu cuerpo, le sumas:
1. El viento de Poniente.
2. Una niña hiperactiva.
3. Mucho gusanito y poca comida sana.
4. Discusiones sesudas porque los abuelos piensan que la vida es una bambola y todos los vestidos que le compran a la niña son una talla más, que parece que va a hacer la comunión con ellos…
5. Efecto croqueta por la mañana, por la tarde, por la noche, en la casa, en la calle… cuando no se hace lo que ella quiere, a rodar.
6. 2 noches de despertares infernales por una fiebre nueva, sin causa aparente más que matar lentamente a su madre.
7. Mamitis aguda extrema, rozando la manía persecutoria…
8. Lo que se viene llamando depresión prevacacional, de ver tan cerca las vacaciones, tocarla con la punta de los dedillos y saber que realmente no han llegado…
9. Una vuelta en AVE de noche, con un frío polar en el dichoso vagón que todavía estoy tiritando.
10. La imposibilidad de darte a la bebida por no mezclar con las drogas que te mantienen viva y que te recetó el médico, ese médico con tics nerviosos que te da poca confianza o ninguna.
El resultado es este: mi cuerpo me ha abandonado, se ha dado a la comida basura y ha dejado en manos de mi destino a un cerebro chamuscado, que no acierta a decir más de dos palabras hiladas y que sólo repite, una y otra vez, una y otra vez: «toy cansá».
Y sí hoy es lunes… Y yo odio los lunes… Pero puedo decir algo:
No sé si reír o llorar… Y si notan ustedes cierto pesimismo, melancolía, delirio en mis palabras, les diré algo más: quedan 8 días para ser un año más sabia, más experta, más… ¡¡¡¡¡VIEJA!!!!! Y eso a mí me pone de peor humor si cabe. Comienza el declive.
¡Feliz semana!
La niña sin nombre.
Diario de malamadre: lo que viene siendo un finde con sabor rural…
Todo lo bueno se acaba y se acaba demasiado rápido. Aunque de vuelta de nuestro retiro espiritual el PNSN y yo nos hacíamos una pregunta:
– No sé si estoy más cansada/o ahora que antes de irnos…
Y sólo hay una razón de ello, de ese estado que pasa de la desconexión total a la mente relajada y de ahí al cansancio extremo y entonces te lleva al agotamiento total. Es una niña sin nombre y sin vergüenza de sólo 19 meses.
Hoy día 21 de julio de 2013 puedo decir que la educación de la NSN se me va de las manos. No sé si soy madre de una adolescente de 13 años que a todo me dice que NO, que tira la comida al suelo, patalea y de ahí a que se apodere de ella el efecto croquetil sólo pasan unas milésimas de segundo o, por lo contrario, se ha apoderado de ella un mal superior ante el que no podemos hacer nada. Si quieres evitarlo tienes que ser muy rápida de reflejos. Si quiere «agua», sólo lo dirá dos veces, a la tercera se tirará en plancha. Si quiere una galleta, sólo señalará una vez antes de irse directa a tirarte un pellizco amoroso. Si quiere tu móvil, te pondrá una sonrisa picarona antes de abalanzarse sobre él. Si está dando rienda suelta a sus dotes de Leibovitz junior e intentas por un casual quitarle «su cámara»… ¡ay! lo que te espera… Corre lejos y no mires atrás…
Si a esto le unes que se va con cualquiera de la mano, con cualquiera que se encuentre por la calle, y que no tiene miedo a nada… empiezas a visualizar tu futuro y lo ves muy oscuro. No teme por su vida, pero yo sí, y a punto estuvimos de volver sin ella cuando anoche, mientras el PNSN y yo intentábamos ver cómo funcionaba aquello, decidió tirarse de cabeza a la bañera spa… Menos mal, menos mal, que estaba llenando la bañera de agua y no estaba vacía. Lo que podría haber pasado, prefiero ni pensarlo.
Pero una de las cosas que te das cuenta cuando eres madre es que el rencor no existe para ti y que desarrollas un Alzheimer galopante que te hace olvidar cualquier hecho anterior. Así que entre rabieta y rabieta, entre croqueta y croqueta, hemos disfrutado muchísimo nuestro finde rural, sobre todo cuando la NSN nos daba descanso en sus microsiestas.
Eso sí, me tengo que replantear sin duda, mi concepto de ruralidad, sobre todo ahora que, tras el anterior post, «sabor rural» me sigue en twitter y no es plan de dejar el pabellón por los suelos. Tengo una responsabilidad, un reto de cara a mi futuro. Porque un lugar a 30 kilómetros de Madrid, con piscina, habitación domotizada, barra de GTs y desayuno bufé a tutti, no es lo que se viene llamando un espacio rural y campestre. Pero oye, un pueblo era, ¡que conste!
Os prometo que pronto me dejaré llevar, emulando esos findes campestres de las del Club del Tupper. Porque eso, eso sí que me gusta como rural. Eso sí que es nivel. Yo quiero la mantelería bordada, los canotiers, los centros de fruta fresca y las sombrereras llenas de flores, las jaulas doradas y las cestas de picnic, los atardeceres de película y las sobremesas en hamacas de teca.
Mientras eso llega, os dejo con una selección de fotos de mi instagram. Voy a visualizarme de nuevo allí para no pensar en el lunes que acecha ni en las llagas que han venido a visitarme hoy. Y es que no falla, relax y se me viene todo el mal acumulado. Mi futuro está escrito, seré atacada por una llaga gigante el día menos pensado…
La niña sin nombre y sin vergüenza.